TURQUÍA
Y SUS TRANSFORMACIONES
Dr. Eloy Torres
El analista Ahmed Insel en su libro “La Turquía de Erdogan” describe su evolución histórica, pero, también la perspectiva de Turquía, la cual, busca equilibrio político, económico, religioso, militar; luego, geopolítico en la región.
Llama la atención el manejo de su compleja relación geopolítica, fundamentalmente con los EE.UU., país con intereses globales. Insel, aporta su preocupación por Turquía y algunos momentos críticos: una encrucijada en las decisiones en materia internacional en la cual, Turquía, juega un papel. E incluso, el autor se pregunta si ese papel a ejercer, se podrá ver por separado o en conjunción con otros factores geopolíticos.
Erdogan ha ido “minimizando” el “kemalismo”, el proyecto de Kemal Ataturk de principios del siglo XX que muere en el siglo XXI. Su enterrador: Recep Tayyip Erdogan, quien después del anterior, ningún turco, a lo largo del siglo XX, tuvo tanto liderazgo. Ha nacido el “Erdoganismo”. La historia dará su veredicto. Decisores de la política turca señalan su angustia por vivir rodeado de factores negativos que amenazan su seguridad. En cualquier momento, éstos podrían inclinarse en una dirección geográfica u otra para transformarse en una crisis de impacto global. He allí la importancia de Erdogan.
Turquía, vivió un aislamiento diplomático, gracias a disensos con países de la región, entre ellos, la misma Rusia, los problemas del Mar Negro, Siria, Iraq, Armenia y las tensas relaciones con los EE.UU. y la Unión europea. El aislamiento se fortaleció con la crisis siria. Las luchas sectarias de la región lo alimentaron. Turquía ha normalizado su relación con su entorno. Sin embargo, su persistencia es compleja. El derribo de un avión ruso en la frontera turco–siria molestó seriamente a Putin. Luego, horas después de “endurecerse” las relaciones entre ambos países, por el incidente, Turquía e Israel decidieron “normalizar” sus relaciones bilaterales “afectadas gravemente” tras los ataques de la aviación israelí sobre algunos elementos militares turcos que se dirigían a Gaza. Tras ese dato, Putin, decidió retomar las relaciones.
El proceso de “normalización” con su entorno, es afectado por hechos que perturban su cotidianidad. La rebelión de algunos militares estremeció a Turquía y a la realidad internacional. Por lo que hay que valorar, positivamente, su intención de superar los problemas con su entorno internacional inmediato.
En 2016, el Parlamento Europeo congeló temporalmente las negociaciones con Ankara para su ingreso a la UE y Erdogan reaccionó señalando que Turquía realizaría un referéndum para abandonar sus aspiraciones de ingreso a la UE y fijó su mirada en la O.C.Sh. (Organización de Cooperación de Shanghái) en la que activan China, Rusia y varias repúblicas del Asia Central. Mas, a pesar de esas particulares posturas, Turquía pondera que es miembro de la OTAN y es consciente de esa relación. Ella, una especie de “cabeza de playa” de los intereses de los EE.UU. y la UE en el Medio Oriente, es un estado musulmán pero sunita que aspira a jugar un papel de proyección estratégica y de seguridad en la región, cuya relevancia es global, pues en cualquier momento, por su inestabilidad, puede convertirse en el gran problema y Turquía debe jugar un papel. Ese es el juego de Erdogan y sus salidas geopolíticas.
Tanto Turquía como la UE no han traspasado la línea. Las tensiones se mantienen. Pero, a pesar de la diplomacia del micrófono, hay evidencias de una conjunción de intereses. Estratégica y económicamente son interdependientes. No creemos se puedan romper esos lazos. Los que enfrentan a Erdogan, no querrán que éste rompa con la UE, luego, Europa tampoco. No quiere a Turquía en brazos de Rusia, pues aumentaría los problemas en la región. Vemos dos escenarios: integración y separación. Entre ambos hay un corredor amplio para encontrar soluciones satisfactorias. Las relaciones económicas juegan un papel cohesionador. Importa y mucho que ambas realidades jueguen y apuesten por una forma aceptada por todos.
Tras las últimas elecciones comienza una nueva realidad: Erdogan es el nuevo gran líder turco. Su victoria es acompañada de una alta popularidad. La frágil unión opositora no pudo hacer nada en las elecciones y él se impuso en ellas. Hoy, aparece como el líder más poderoso, después de Ataturk, el fundador de la República Turca. Erdogan, se propone, mediante megaproyectos de infraestructura, transformar a Turquía. No esconde sus intenciones. Su victoria apunta a la concreción de un régimen sui generis en medio de la geopolítica entre el Occidente y Oriente. Turquía es miembro de la OTAN. Erdogan juega hábilmente. Es un novedoso actor internacional. Eso, la globalización y la geopolítica lo explican.